UniversidadEscuela preparatoria popular Emiliano Zapata  Creación y desarrollo de la preparatoria
El edificio que actualmente ocupa la preparatoria Emiliano Zapata (1924). Ahí se habían ubicado el hotel de las diligencias, el primer telégrafo electromagnético, un hospital, la Universidad Femenina y el instituto Washington, antes de ser adquirido por la BUAP el 11 de julio de 1985.

La escuela preparatoria popular Emiliano Zapata fue el fruto del esfuerzo de profesores, estudiantes y padres de familia por crear un centro de educación media superior de alta calidad académica que atendiese a una demanda educativa creciente y que vinculase su quehacer académico y político con los principios de la reforma universitaria.

Si bien los enemigos de la reforma y la universidad intentaron descalificar este esfuerzo en sus momentos iniciales, el tiempo se ha encargado de demostrar lo erróneo de las críticas que en ese tiempo se le hicieron pues el nivel académico que ha alcanzado y la calidad de sus egresados son hoy realidades indiscutibles.

En la actualidad, la Emiliano Zapata es una de las mejores demostraciones de que el bachillerato universitario público puede competir ventajosamente con la educación privada y gubernamental, lo cual ha servido para desmentir a quienes en determinados momentos han llegado a plantear la necesidad de separar el bachillerato de las universidades, con base en supuestas razones académicas.

Creación y desarrollo de la preparatoria

Corría el año de 1969; todavía estaba fresca la efervescencia originada por el movimiento estudiantil y popular de 1968 y vigentes los principios, los deseos de cambio académico y los anhelos de justicia social que habían caracterizado al movimiento de reforma universitaria, iniciado en Puebla casi una década atrás.

En la Universidad Autónoma de Puebla se respiraba un ambiente revolucionario. Los estudiantes se encontraban conformados en comités de lucha en cada una de las escuelas de la institución. El marxismo comenzaba a penetrar en la universidad. El movimiento de reforma universitaria, que había comenzado en 1961 y había pasado por etapas definitorias en 1964, 1967 y 1968, se encontraba en el apogeo de su ímpetu transformador. Los profesores discutían abiertamente con sus alumnos las teorías más subversivas del momento. Las imágenes del Che Guevara, Fidel Castro, Francisco Villa, Emiliano Zapata y otros revolucionarios, tanto internacionales como mexicanos, aparecían en murales pintados en las instalaciones universitarias. Se sentía que la revolución socialista estaba a la vuelta de la esquina.

En contrapunto con este ambiente, la demanda de educación media superior rebasaba con mucho la oferta educativa que eran capaces de brindar las escuelas preparatorias diurna y nocturna, los dos únicos bachilleratos universitarios que había en la época. Ese año fueron más de un millar los aspirantes a preparatoria que no pudieron ingresar por falta de cupo. Por otro lado, aunque existía la preparatoria nocturna, en realidad funcionaba en turno vespertino y no existía ninguna que atendiese a los trabajadores después de que cumplían su jornada laboral, lo que se contraponía con lo postulado por la reforma universitaria.

Fue necesario entonces que los estudiantes rechazados en las preparatorias, sus padres y estudiantes de carreras profesionales, se organizaran para fundar en la uap una nueva escuela de nivel medio superior. Idea novedosa la creación de una escuela de este tipo pues era algo que no concordaba con la línea institucional.

En 1969, un grupo de estudiantes de carreras profesionales, imbuidos del espíritu de la reforma universitaria, organizaron la denominada Comisión organizadora de la preparatoria popular. La iniciativa partió del estudiante de filosofía Alfredo Romero Palma, miembro del Partido Comunista Mexicano (pcm), quien la planteó a las células estudiantiles de ese partido que funcionaban en su propia escuela así como en la de economía. La idea fue inmediatamente aceptada y a ella se sumó también el grupo maoista que entonces existía.

La comisión la integraron el propio Alfredo Romero Palma, Luis Ortega Morales, José Luis Meléndez Domínguez, Silvestre Angoa Amador, Jorge Sánchez Zacarías, Alberto Montero, Jorge Méndez Spinola, Marco Antonio Sánchez Daza y otros más.

Este grupo se dio a la tarea de organizar a los alumnos no aceptados en las preparatorias y a estudiantes de otras escuelas superiores a fin de comenzar a impartir clase en el edificio Carolino. Para ello contaron con el entusiasta apoyo de los padres de familia, interesados en la educación de sus hijos. 

Fue así que, en la segunda mitad de 1969, comenzó a funcionar la escuela con 617 alumnos de primer ingreso, distribuidos en once grupos, atendidos por una planta docente de 88 profesores de hora clase: catorce titulados, trece pasantes y 61 estudiantes de carreras profesionales de la propia universidad. Ninguno de ellos cobraba sueldo.

Los padres de los alumnos, para coadyuvar a resolver los problemas que se presentaban, se organizaron en una sociedad de padres de familia encabezada por los señores Víctor M. Cuéllar Fernández, Octavio Villarreal Soriano y Juan Morales "don Juanito". Éste último se apegó tanto a la escuela que terminó siendo el prefecto de la misma hasta su jubilación en 1993.

La confrontación universitaria entre las fuerzas conservadoras, agrupadas, en el Frente Universitario Anticomunista (fua), y los partidarios de la reforma universitaria se encontraba en una fase álgida. En este ambiente, la creación de una preparatoria popular no era bien vista por el conservadurismo. Desde las cúpulas clericales y empresariales de la ciudad se orquestó una intensa campaña de difamación. En su contra se argumentó que era una escuela para retrasados mentales, porque estaba formada con los alumnos rechazados de las otras preparatorias; sin ningún sustento y sin ofrecer pruebas de ninguna naturaleza, se acusó a sus profesores de ser promotores de la prostitución y la drogadicción. La prensa de la época se hizo eco de todas estas calumnias.

Los miembros del fua veían a los estudiantes, profesores y padres de familia de la preparatoria popular como sus enemigos y tenían razón. Esta escuela nació enarbolando la bandera de la reforma universitaria y en las movilizaciones y confrontaciones que se generaron en esos días, la comunidad preparatoriana formó siempre en primera fila.

El primer motivo de confrontación de la nueva preparatoria con el fua fue por una causa aparentemente trivial: desde muchos años antes, los estudiantes de niveles superiores se habían abrogado el derecho de novatear a los alumnos de nuevo ingreso. Aparte de raparlos, las novatadas consistían en acciones humillantes de la condición humana tales como el paseo de perros, que era llevar a los alumnos nuevos semidesnudos por las calles del centro de la ciudad; los corridos, que consistían en obligarles a robar en los comercios aledaños a la universidad para proporcionar cigarros, refrescos u otros artículos a los alumnos de niveles superiores y el empeño de perros, que consistía en obligar a los alumnos nuevos a invitar a comer a los antiguos en restaurantes lujosos y, si no tenían para pagar la cuenta, quedarse empeñados hasta que sus familiares pudieran rescatarlos. Todo esto era promovido principalmente por los miembros del fua. Desde el primer momento, los alumnos de la popular se negaron a ser víctimas de tales actos de barbarie, organizándose para llegar por grupos de diez o más al edifico Carolino y así evitar ser víctimas aisladas. Años después, los egresados de la Emiliano Zapata fueron los principales promotores de la eliminación de las novatadas en las escuelas profesionales. Esto adquiere importancia si se considera que el temor a esta práctica había sido la causa de que muchos estudiantes desertaran de la universidad, frustrando así su proyecto de vida.

El 30 de enero de 1970, el doctor Rolando Revilla, miembro de la junta administrativa que entonces gobernaba la universidad, expuso ante el consejo universitario el problema generado por la falta de cupo en los salones de la diurna y la nocturna para atender a los que acudían a la preparatoria popular. El 12 de febrero de ese mismo año, se planteó la disyuntiva en el consejo de integrar los alumnos de la popular a las preparatorias Benito Juárez o constituirla en una preparatoria distinta. El acuerdo fue por la segunda opción y así fue legalizada la existencia de la escuela preparatoria popular Emiliano Zapata. 

Junto con lo anterior, el Consejo acordó que los profesores darían clase sin sueldo, pues la escuela no se encontraba incluida en el presupuesto universitario. Esta situación se mantuvo dos años y fue hasta el inicio del año lectivo 1972-73, cuando ya había egresado la primera generación de la escuela y se había demostrado en los hechos que su proyecto era viable, cuando los profesores pudieron ¡por fin! percibir sus salarios. 

Sin embargo, a los profesores, el no contar con un sueldo no les había preocupado mucho pues, a la mayoría, más que la posibilidad de cobrar, les motivaba la inquietud por lograr que la educación media superior y superior pudiese llegar a las clases más desprotegidas de la población, además de contribuir a la transformación de los planes de estudio y los métodos de enseñanza entonces vigentes.

El nombre de la escuela

La escuela preparatoria popular Emiliano Zapata fue bautizada así desde un principio por los integrantes de la Comisión Organizadora.

El apelativo de popular se debió a múltiples razones: la primera fue que se consideraba necesaria la existencia de una escuela a la que tuviesen acceso los trabajadores, tanto del campo como de la ciudad. A ello se debió que llegó a trabajar hasta en cuatro turnos: matutino, intermedio, vespertino y nocturno. 

La segunda razón fue que se consideraba necesario impulsar la educación pública laica, democrática, científica, nacionalista y ligada a las luchas populares, todo a tono con las principales banderas de la reforma universitaria. Una tercera razón fue la inserción de la uap en el contexto nacional pues la Emiliano Zapata nació de manera paralela a la creación de las preparatorias populares de la ciudad de México.

El nombre de Emiliano Zapata fue seleccionado pues a este caudillo se le consideró como el más puro y ejemplar de los revolucionarios mexicanos, que jamás claudicó de sus principios y que supo ser consecuente con ellos hasta el final de sus días. Además, en la escuela existían muchos profesores simpatizantes del movimiento campesino que vieron con agrado el nombre propuesto.

Tanto la conformación de la preparatoria como los nombres popular y Emiliano Zapata con los que se le bautizó, correspondían íntegramente al ambiente universitario existente en ese momento.

La escuela itinerante

En el momento de su creación, la popular Emiliano Zapata ocupó el primer patio y el área sur del edificio Carolino. Cuando la escuela de Ingenieria Química se trasladó a Ciudad Universitaria, la Zapata ocupó las denominadas catacumbas del tercer patio. Las condiciones materiales eran de lo más inadecuado pues sólo existían salones que habían servido de laboratorios, aulas y bodegas a otras escuelas y que eran húmedos y oscuros, además de carecer del mobiliario necesario para la función docente.

Alumnos, profesores y padres de familia escombraron los espacios de la mejor manera posible. Con tablones apoyados en ladrillos adaptaron bancas para los estudiantes; los alumnos que no alcanzaban lugar tenían que sentarse en el suelo; fueron recuperados algunos pizarrones que otras escuelas tenían como desecho. 

Pese a estos esfuerzos, el lugar de la preparatoria no era ni adecuado ni suficiente para cubrir las necesidades a las que estaba destinado su funcionamiento. Con el correr del tiempo, la popular se fue extendiendo hasta ocupar casi todo el edificio Carolino.

Como consecuencia del sismo del 28 de agosto de 1973, con epicentro en la región de Ciudad Serdán, la infraestructura arquitectónica del tercer patio del edificio Carolino resultó seriamente dañada, presentando las catacumbas peligrosas cuarteaduras. Era imposible continuar funcionando ahí sin riesgo para la integridad física, tanto del inmueble como del alumnado y de la planta docente y administrativa.

Por este motivo, la preparatoria fue trasladada a la escuela de Arquitectura, en Ciudad Universitaria, cuyos directivos acogieron generosamente a los preparatorianos que, jocosamente, se autodenominaban en el exilio.

Las reparaciones que entonces se le hicieron al Carolino demoraron tres años y, a su término, la preparatoria fue reintegrada a su sede original. Si al ser fundada la escuela, el espacio disponible del Carolino había resultado inadecuado e insuficiente, al regresar de Ciudad Universitaria, cuando ya había crecido la demanda y, junto con ella, la población de la escuela, la insuficiencia se vio acrecentada en grado superior. La preparatoria popular llegó a contar, a mediados de los ochenta, con un total de 3 mil 600 alumnos. Era indispensable contar con un nuevo inmueble.

En 1986, la escuela fue trasladada a las instalaciones que ocupa en la actualidad, en la antiguamente denominada Casa de las Diligencias, edificio que había sido recién adquirido por la universidad y en el que, a mediados del siglo XIX estuvo instalado el primer telégrafo electromagnético de la ciudad. Como dato histórico cabe señalar que desde ahí fueron emitidos los partes de guerra con los que el general Ignacio Zaragoza mantuvo informado al presidente Benito Juárez de las vicisitudes de la batalla del 5 de mayo de 1862. De ahí partió el histórico telegrama en el que Zaragoza afirmó que Las armas nacionales se han cubierto de gloria.

El presente texto fue tomado de la Gaceta "Tiempo Universitario"  en el año 5, no.11, el 6 de junio de 2022.

 

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