Alejandra, te adoro
tus palabras al borde de la vida me hacen sentir
aliviada
porque no estoy mal en sentirme basura
ansiosa
de seguirte los pasos de tomarme un puñado de pastillas
sin morir por intoxicación.
¡Asfixia!,
porque nunca aprendí a tomarme pastillas
¡Alejandra, adóptame!
Igual que la señorita Miel hizo con Matilda
léeme poesía
explícame
¿por qué Paz es intocable?
¡Escribamos, Alejandra!
Porque afuera hay sol
y en la jaula solo nos vestimos de cenizas
¡Intentemos, Alejandra!,
con todas las muertes no nacidas
con todos los sueños no dormidos
con toda esa vida desganada
¡Vivamos, Alejandra!
Alguien dentro de mí
me come y me bebe y escribe un poema que no hablo
porque con una soga en la garganta vivimos
atadas de manos,
te cuento, Alejandra
que encontré a mi Cortázar
que deseo dejar mi cuarto en blanco
tatuarme las flores que me regala con los ojos
obsequiar la ropa
guardar las chamarras de su madre
enmarcar los dibujos
hacer arte con los pétalos secos
llorarme
¡apagar la chispa que aún me queda!
A mi Cortázar, que no es Cortázar:
encuéntrame en los segundos de frescura
antes del diluvio
olvídate de llenarme la boca de flores y vestirme de ceniza
báñate conmigo en la playa a la que nunca fuimos
yo seré la espuma que se estanca en tu palma.
No rompas los versos de Amparo
que me diste para evitar
derrumbe emocional.
Claro, tengo miedo de no sentir tu mano arrugada
pero encuentro vacío entre las mías
soy carga emocional comprimida
¡y no es posible que hasta en el poema me venga a quejar!
pero yo no pedí ser paisaje de nadie
¡quiero ser abrazo sincero
quitarme la vida
drenar el aire
cortarme las venas!
como quieras llamarlo, Alejandra
quiero irme contigo.
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