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Facultad de Ciencias Químicas 

Fue en el Real Seminario de Minería, fundado en la ciudad de México al comenzar el año 1792 y considerado como el primer instituto de investigación científica en el continente americano, donde se impartieron en nuestro país las primeras clases de química y otras ciencias experimentales.

Fausto de Elhuyar, cofundador —con Andrés Manuel del Río— y director del Real Seminario, encargo las clases de química al mineralogista alemán Luis Lindner, quien las impartio apoyándose en los textos de Chapatl y de Lavoisier. Precisamente en 1797 se imprimió en México la primera edición castellana del afamado Tratado Elemental de Química, que Antonio Lorenzo Lavoisier había publicado en Francia en 1789.

A las clases de química asistían los boticarios y algunos médicos. En 1798 Lindner fundó el primer laboratorio de química y continuó impartiendo la materia hasta su muerte en 1805. Posteriormente la cátedra fue dictada por Manuel Cotero, egresado del Real Seminario, y por el farmacéutico Jose Maria Vargas, que la ganó por oposición.

Guanajuato en 1801 y Puebla en la década de los años veinte fueron probablemente las primeras ciudades de provincia donde se estudió química en los albores del siglo XIX, siguiéndoles Monterrey donde el doctor Jose Eleuterio González estableció en 1835 una cátedra de Farmacia y Química en el Hospital de Nuestra Señora del Rosario.

En 1814 la Junta de Sanidad de Puebla proyecto la creación de una "Academia Medico-Practica-Quirúrgica, Químico, Farmacéutica y Botánica" (similar a la Academia Médico Quirúrgica que en 1801 habían establecido en el Real Hospital de San Pedro los farmacéuticos Antonio de la Cal y Bracho e Ignacio Rodríguez de Alconedo, con el fin de formalizar los estudios médicos) que constará de cuatro cátedras, una de las cuales, denominada "Farmacia, Química y Botánica", se impartirá en el Jardín Botánico.

Antonio de la Cal y Bracho, boticario mayor del Real Hospital de San Pedro, y Jose Ignacio Rodríguez de Alconedo, representante de las boticas de mayor relevancia de Puebla, adquirieron un terreno ubicado en la espalda del Convento de Santa Rosa y fundaron el Jardín Botánico, tomando como modelo el Jardín Botánico de Madrid.

Contaba con "vivienda del jardinero, librería, depósito de semillas, de plantas, de instrumentos, farmacia y fuerte laboratorio químico abovedado para evitar incendios". Su herbario sirvió para formar la primera farmacopea impresa en México.

Por decreto de 24 de enero de 1828, el Jardín Botánico quedó bajo la protección del gobierno, pero diez años después dejó de existir. De la Cal y Bracho publicó en 1823 El Ensayo para la Materia Médica Mexicana, donde quedó plasmada la tradición farmacéutica colonial y recuperada la tradición regional indígena.

En Puebla quedo formalmente establecida la Escuela de Medicina y Farmacia al implantarse el Plan General de Estudios, promulgado en México por el general Santa Anna el 19 de septiembre de 1854, según el cual los estudios superiores que antes se impartían en cátedras separadas se agrupan en facultades: Filosofía, Medicina y Farmacia, Jurisprudencia y Teología.

Las clases teóricas se impartían en el Colegio del Estado y las prácticas, en el Hospital de San Pedro. Para ingresar a la escuela se requerían conocimientos de filosofía y de francés. Una Junta Directiva integrada por el director, dos profesores de farmacia y dos de medicina, gobernaba a la Escuela. En 1869 a petición de todos los profesores es nombrado director el farmacéutico Joaquín Ibañez.

En 1833 las reformas del gobierno liberal de Valentín Gómez Farpas se extendieron al ámbito de la farmacia; en adelante, los futuros farmacéuticos estudiarían en la Escuela de Medicina dos cursos de latín, uno de historia natural y botánica, uno de química y uno de farmacia.

Los farmacéuticos se organizaron para tratar de establecer una academia y elaborar la Farmacopea Mexicana. Publicada en 1846, esta obra de casi 500 páginas recogía casi enteramente las especies vegetales descritas en el libro de Antonio de la Cal, además de medicamentos de origen mineral y animal, incluyendo formas de preparación, usos, dosis e incompatibilidades.

En Puebla quedo formalmente establecida la Escuela de Medicina y Farmacia al implantarse el Plan General de Estudios, promulgado en México por el general Santa Anna el 19 de septiembre de 1854, según el cual los estudios superiores que antes se impartían en cátedras separadas se agrupan en facultades: Filosofía, Medicina y Farmacia, Jurisprudencia y Teología.

Las clases teóricas se impartían en el Colegio del Estado y las prácticas, en el Hospital de San Pedro. Para ingresar a la escuela se requerían conocimientos de filosofía y de francés. Una Junta Directiva integrada por el director, dos profesores de farmacia y dos de medicina, gobernaba a la Escuela. En 1869 a petición de todos los profesores es nombrado director el farmacéutico Joaquín Ibáñez.

Dado que la escuela disponía únicamente de dos piezas en el Hospital de San Pedro (una servía de Dirección y Secretaría y en la otra se daban todas las clases, entre ellas la de química), Ibáñez logró el traslado de la institución a un lugar más adecuado en una casa situada frente al Hospicio. Allí monto un pequeño laboratorio de química con lo más indispensable para efectuar análisis químicos y toxicológicos, e inauguró la clase de "Química Médica".

Para poder exigir a los profesores un cumplimiento exacto en las horas de clase, el maestro Ibañez, quien en 1882 se graduaría de médico, estableció el pago de los sueldos al terminar la clase; el prefecto del Colegio, al recibir la firma del profesor como prueba de su asistencia, entregaba la cuota correspondiente que era de tres pesos por hora. La misma cantidad se pagaba a los profesores por su asistencia a exámenes.

Fuente: Tiempo Universitario. Año 2, numero 6, H. Puebla de Zaragoza a 25 de Marzo de 1999. 

 

 

 

 

 

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