Rigoberta Menchú Tum nació el 9 de enero de 1959 en Laj Chimel (Uspantán, Guatemala). Es una líder indígena y activista, miembro del grupo maya quiché, defensora de los derechos humanos, embajadora de buena voluntad de la UNESCO, ganadora del Premio Nobel de la Paz (1992) y el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998).
Su infancia, así como su juventud, estuvieron marcadas por la pobreza, discriminación racial y la violencia que durante décadas ha padecido la población indígena guatemalteca. Por ello, con tan sólo cinco años comenzó a trabajar junto a sus padres en las grandes fincas de las familias ricas y tradicionales del país; después, en su adolescencia, trabajó durante dos años en la capital guatemalteca como empleada doméstica.
La activista guatemalteca creció en un país afectado por un conflicto armado entre una guerrilla reivindicadora de justicia social y el gobierno, quién para poder combatir esta organización popular, optó por la violencia para lograr reprimirla, así mismo, implementó una política de exterminio contra la población indígena maya, debido a esta situación, gran parte de la familia de Rigoberta fue víctima: su madre y su hermano mayor fueron torturados y asesinados por los militares, y su padre quemado vivo durante una protesta: por este tipo de razones, desde joven, se involucró en diversas causas sociales y fue participante en foros internacionales para denunciar las desigualdades económicas, sociales, culturales y políticas dentro de su país.
En 1977 comenzó a militar en el Comité Unidad Campesina, integrándose formalmente en 1979; durante este periodo el ejército nacional llevaba a cabo una campaña contra la población sospechosa de pertencer algún grupo armado, para escapar a la represión se exilió en México, donde en 1983 se publicó su autobiografía, titulada "Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia". En territorio mexicano se dedicó a denunciar a nivel internacional la grave situación de los indios guatemaltecos, siendo en 1982 cuando forma parte de la Sub-Comisión de Prevención de las Discriminaciones y Protección de las Minorías.
El 10 de diciembre de 1992 le fue otorgado un gran reconocimiento, el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose así en la primera indígena, y en la más joven, en recibirlo. Con el dinero instituyó la Fundación Vicente Menchú, la cual, ha desarrollado diversas iniciativas y estrategias para responder a las demandas de los pueblos originarios de Mesoamérica en el área educativa.
Hoy en día, Rigoberta Menchú sigue luchando para promover el diálogo y la justicia social en Guatemala: es integrante activa de la Iniciativa de Mujeres Premio Nobel de Paz (de la cual es cofundadora) y de la Fundación Peace Jam, así como miembro fundadora de la Asociación Política de Mujeres Mayas.
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