Fue un 21 de enero de dicho año cuando las familias mexicanas pudieron conocer de qué color era la vestimenta de sus conductores favoritos, disfrutar de la gama que había en eventos deportivos y la paleta de colores que tenían todos los programas.
Sin embargo, no se le llamó televisión a color, pues se determinó que el invento se trataba de una mejora sobre los aparatos de televisión en blanco y negro ya antes patentados.
Este gran invento, en poco tiempo le fue quitando protagonismo a la radiodifusoras y con el hallazgo desarrollado por el científico tapatío, logró de alguna manera que las imágenes ya no sólo en blanco y negro hicieran más creíble aquello que proyectaba la pantalla hacia los espectadores y consiguiendo la masificación de ésta. Tan inquieto como multifacético, González Camarena siempre será recordado como el responsable de introducir, literalmente, el arcoíris en la televisión con la cual crecimos distintas generaciones de mexicanos.
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