Paso ya del entero a la media, de la media al cuarto, y del cuarto a la mirada. Me adscribo entre el placer y las enormes ganas de escapar, ¿quién soy ante ti?
Por ahora, el segundero que marcha cada vez más lento. El difuso espectro que acompaña la adversidad en el falo invertido de un muerto ahogado. Por ahora, soy el abnegado, el silencioso, el motivo más grande de la indiferencia, y la misma indiferencia que te llama.
Estoy frente a ti…
Estoy frente a ti…
En el abismo de la caricia que juega con las entrañas, en el beso de la pálida ausencia. Estoy ante ti en el recuerdo de un color durazno. Estoy ante ti y los gemidos del dragón que, angosto al movimiento, te atrapan por detrás y fornican en la guerra contra la imprudencia. Estoy en ti, pero no, ya no siento el crujido de mi latir.
¿Entonces quién soy?
Soy los senos de la existencia, la lúgubre inmensidad, el perpetuo sonido de ratas al fuego. Soy el ciego que se duerme y te sueña en el abismo. Soy el desnudo que encontraste en el reflejo. Soy el indulgente. El otro yo, ese que ríe, que mira, que te envuelve en el deseo del temor. El que te abastece en el recorrido inútil.
Estás frente a mí, y al mismo tiempo frente a ti.
Te das la vuelta. Estamos en el noble rincón de la noche, en la cama que solloza el roce de tu piel. El destino que te come, el espíritu del follaje, el frenesí de un sueño. Te apresuras a besarme, pero ya no lo necesitamos, estamos en ti, y tú en nosotros.
Paso ya del entero a la media, de la media al cuarto, y del cuarto a tu mirada. Me adscribo entre el placer y las enormes ganas de escapar, ¿quién soy ante ti?
-El reflejo de la nada.
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