Ryan Johnson trae un nuevo misterio del mundo de Knives Out, el cual conocimos por primera vez en 2019 de la mano de Netflix. Nos presenta una nueva aventura del afamado detective Benoit Blanc, quien se verá envuelto en una extravagante reunión de personajes muy peculiares en una isla privada en donde el billonario Miles Bron los ha reunido para rememorar los buenos tiempos y resolver el misterio de su muerte.
Esta vez Johnson narra un misterio diferente comparado con el de la primera película, pero mantiene un estándar de calidad e intriga que hace que el espectador no quiera irse; además de tener a un grupo de personajes carismáticos e interesantes: Benoit Blanc (Daniel Craig); el genio millonario, Miles Bron (Edward Norton), y su grupo de fieles amigos; la senadora, Claire Debella (Kathryn Hahn); el inventor, Lionel Toussaint (Leslie Odom Jr.); la ex modelo, Birdie Jay (Kate Hudson); la asistente, Peg (Jessica Henwick); el streamer, Duke Cody (Dave Bautista), acompañado de su novia, Whiskey (Madelyn Cline); sin olvidar a la misteriosa Cassandra, “Andi”, Brand (Janelle Monáe), quien comparte un pasado con todos los involucrados en la fiesta, reunidos ahí por deseo de Miles, aunque cada uno con un personal motivo para estarlo…
Johnson captura nuestra atención con un misterio al estilo de CLUE, donde no todo es lo que parece, pues como el título nos dice, en esta cebolla de cristal hay un misterio aún más grande que se esconde entre sus capas; sin embargo, un buen misterio no es suficiente para mantener a los espectadores atentos, y es en este punto en donde el guión brilla por su capacidad para crear situaciones y diálogos interesantes entre sus personajes, que hacen que nos los tomemos en serio.
Cada personaje tiene una historia que lo llevó hasta ese punto, por lo que se nos muestra cómo personas que normalmente no tendrían nada que ver unos con otros, se convirtieron en un grupo de amigos y de “perturbadores”. Detalla la fractura del círculo debida a la sobreposición de los intereses de uno sobre los demás. El guión también se encarga de recordarnos que estos personajes, por más extravagantes que sean, siguen siendo personas con sentimientos y no solo recursos para que la trama avance.
La música también es una parte interesante de la ejecución de la película, pues marca bien el tono de cada momento, e incluso, la ausencia de esta se hace notar en algunos momentos importantes de manera positiva. Algunas de las canciones también ayudan a darle más peso y poder a momentos clave. Cabe destacar también el humor presente en la película, pues es el adecuado para una historia de este tipo, ya que los momentos de humor no opacan o eclipsan la seriedad de la historia, sino que ayudan a que las interacciones entre los personajes se sientan más naturales y realistas, aligeran el paso del tiempo, y provocan que el espectador no se sienta abrumado ni se aburra. Los chistes hacen referencia a sucesos actuales.
Lo que más disfruté de la película fueron sus personajes, pues aunque estos perpetúan algunos clichés, como la modelo tonta o el musculoso que solo piensa en sí mismo, continúan siendo personas con sentimientos y auténticas motivaciones, deseos y miedos.
La cinta demuestra un gran trabajo en el guión, pero eso no significa que sea perfecta, pues también cuenta con algunas conveniencias que solo estan ahi para que la trama no se detenga demasiado donde no debería; a pesar de esto, se mantiene con un ritmo entretenido que no se siente extenuante. A diferencia de muchas otras que se estrenaron a lo largo del año, el filme sabe a la perfección qué es, y no aspira a ser más que eso ni apunta a una profundidad que no tiene; cumple con su cometido de principio a fin, y en el camino se gana nuestro aprecio.
En mi opinión es una de las películas más disfrutables del 2022, ya que nos da un misterio a la altura de su predecesor, y una resolución agridulce, pero satisfactoria; quizá un poco difícil de digerir, pero placentera al final, justo como una cebolla.
Mario Valadez
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