Querida Simona, hoy te traigo flores, porque esperanza ya no hay.
Hoy te traigo flores, porque el abasto es carente.
Hoy te traigo flores, porque los hombres mueren soñando.
Hoy te traigo flores, porque eres el universo.
El universo es infinito, das dos pasos y parece que avanzaste mil años.
Te miro y no hay tregua entre los brazos.
Simona, hoy te traje orquídeas, porque las rosas son albicelestes.
Hoy te traigo orquídeas, porque los girasoles son tornasoles.
Hoy te traje orquídeas, porque vive el silencio en el regazo de los tiempos.
Hoy te traigo orquídeas, porque vivo hoy y no mañana;
quizá mañana ya fue ayer, y hoy ya no estás.
Simona, hoy he venido, porque el destino quema como libido.
Libido, juego de semillas que se parte en las mejillas.
Simona, mi vida es presente, pero tu presente eres tú,
y mis orquídeas fueron ayer.
Simona, encontraste en los sueños viriles siluetas que te besan y no estás.
Simona, en mi ausencia dibujaste gajos de altibajos de la madre que te sirve en la fragata;
que no muere, pero me los trae y no son muertos.
Simona, tu caminar extinto está en el mío,
fragmento que cae en los lamentos.
Simona, ¿no te gustan las orquídeas?
Sí, no te gustan, porque las riegas con dolor,
sí, no te gustan, porque las besas con resignación.
Simona, Simona, Simona…
¿Te acuerdas cuando nos jurábamos amor en el valle del infierno,
te acuerdas cuando en mi pecho las fotos se quedaron?
Simona, hoy te traigo flores, porque nadie me las trajo a mí.
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