Nikolái Aleksándrovich Románov, o Nicolás II de Rusia, fue hijo del zar Alejandro III de Rusia, y de la zarina María Fiódorovna Románova. Nació el 18 de mayo de 1868 en el Palacio de Alejandro, San Petersburgo, Rusia, como el mayor de 4 hijos, y se convirtió en zarévich tras el asesinato de su abuelo Alejandro II el 13 de marzo de 1881, y el posterior ascenso al trono de su padre, Alejandro III. Debido a esto la familia se mudó al Palacio de Invierno.
Desde temprana edad Nicolás demostró un carácter tímido y fue educado de forma estricta; aprendió francés, alemán e inglés, geografía, danza, y otras materias. En octubre de 1890 viajó acompañado por su hermano a Egipto, India y Japón. Su padre le concedió el grado de comandante de un escuadrón de guardias a caballo y se ganó el favor de los oficiales gracias a su modestia.
Su padre falleció en 1894, y ese mismo año contrajo matrimonio con Alix de Hesse, princesa alemana que adoptó el nombre de Alejandra Fiodorovna tras convertirse a la religión ortodoxa rusa, con quien tuvo cuatro hijas: las duquesas Olga, Tatiana, María y Anastasia; y su único hijo y heredero, el zarévich Alekséi. Ese mismo año fue coronado como zar del imperio ruso.
Sin embargo, su reinado comenzó en desgracia debido a que en la ceremonia de coronación celebrada en Moscú se prepararon regalos para ser repartidos entre los asistentes, pero el rumor de que no habría bastantes para todos produjo una incontenible avalancha hacia las mesas con los obsequios. La estampida causó cientos de muertos, pisoteados y asfixiados.
Con la nueva ola de pensamiento sobre darle poder al pueblo, Nicolás intentó preservar el poder absoluto de la monarquía rusa, negándose a otorgar concesiones a los que reclamaban mayor liberalización política; a esto se le sumó que su heredero fue diagnosticado con hemofilia, enfermedad que lo volvió muy frágil y le fue ocultada al público, generando un enorme temor en su madre.
Sus escasos dotes para dirigir el estado, y la constante interferencia del consejero de su esposa, Grigori Yefímovich Rasputín, cuyas creencias místicas ejercían una clara influencia sobre su gobierno y su vida personal, lo llevaron a la catástrofe de la Guerra Ruso-japonesa (1904-1905), la cual provocó el estallido de la Revolución de 1905. Esta rebelión le obligó a aceptar la existencia de una asamblea representativa, la Duma, la cual limitaría la autocracia monárquica; pero a pesar de ello, Nicolás II siguió pensando que solo era responsable ante Dios, por lo que evitó la conversión de Rusia en una auténtica monarquía constitucional.
En 1914 estalló la I Guerra Mundial, pero las derrotas militares y los sufrimientos que este conflicto provocó en el pueblo ruso aumentaron la mala imagen del zar, sobre todo cuando asumió el mando del ejército en 1915. Esto derivó en la Revolución de Febrero, y en marzo de 1917, Nicolás II fue obligado a abdicar.
Los bolcheviques lo mantuvieron prisionero hasta que, junto a su mujer y sus cinco hijos, fueron llevados al sótano de la casa de campo del comerciante Nikolái Ipatiev. Fueron alineados y fusilados por 11 soldados el 17 de julio de 1918, aunque no todos murieron al momento, por lo que varias de las hijas del zar fueron rematadas a golpes de culata y bayoneta debido a que las balas chocaron con las joyas que escondían cosidas bajo sus vestidos.
Mario Valadez
Fuente: https://www.biografiasyvidas.com/biografia/n/nicolas_ii.htm
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