La vitela del sofista🎞️ Tenemos la carne 🍿La vitela del sofista: Una mirada perturbadora a lo que ignoramos como sociedad. Por Fernando Aldahir Castillo López, estudiante de la FCCom.

 

Una mirada perturbadora a lo que ignoramos como sociedad

 

En México existen aproximadamente 5,780 personas que viven sin techo, un demográfico vulnerable y que día con día libran una batalla por sobrevivir lo mejor que pueden, ya sea buscando un lugar en donde pasar la noche sin sufrir los estragos del frío o buscando lo más esencial para el ser humano: agua y comida. Hoy hablaremos de un film que mediante el terror logra transmitir un discurso sobre la indigencia y la desensibilización que desarrollamos ante este sector.

 

 

Tenemos la carne es una película del cineasta mexicano Emiliano Rocha Minter (2016). Largometraje que nos sumerge en situaciones grotescas e inmorales sobre cómo nos adentramos a la descomposición de la realidad.

La película nos presenta a Fauna y Lucio, dos hermanos que encuentran refugio en una especie de edificio abandonado. Ambos personajes deciden explorar el recinto y posteriormente habitarlo, pero más tarde se encuentran con Mariano, un adulto de la mediana edad, quien padece de problemas mentales y está empeñado en construir La cueva: una especie de monumento dentro del mismo edificio. El hombre les permite vivir con él e incluso los alimenta con la condición de que lo ayuden a alcanzar su meta . 

Esta acción desencadena un conjunto de acontecimientos que repugna, asombra y cuestiona sobre lo comunicativo, ya que los planos y las transiciones incomodan, así como desarticulan la representación convencional de lo armónico. La estética y la locación resultan asfixiantes con tomas abyectas que pretenden involucrar el desagrado como tema sustancial del peligro. En la mayoría de las escenas la incertidumbre se hace presente hasta llegar a la carnalidad como evidencia de lo inmoral.

 

 

Toda esta incomodidad y degenere lleva a Mariano a fungir como pieza fundamental dentro del filme, pues su presencia sirve como guía a lo retorcido, quizá como una figura corrupta de la cual no se puede prescindir. Llegado a cierto punto la muerte de Mariano representa el desgarre de una realidad concreta y basa su resurrección en una burla al interés de lo ideal.  Es entonces cuando los protagonistas caen totalmente rendidos ante él y comprenden que los acecha con una falsa cara de hospitalidad. Su resurrección se vuelve a los ojos de los protagonistas una figura divina que nos recuerda en todo momento la manipulación del ser humano. La vulnerabilidad y la exposición a este tipo de representaciones no es más que el resultado de lo que aceptamos por resignación. Los protagonistas nos advierten sobre como la depravación y el abandono de la sociedad es constante en un mundo indiferente.

 

 

En términos generales Tenemos la carne (2016) resulta un tanto pretenciosa y lenta, por momentos hasta aburrida y con escenas que buscan representar demasiado, volviéndose sosas y hasta incómoda por razones equivocadas. Por otra parte, este largometraje es una propuesta muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en el cine mexicano, definitivamente no pretende salvar la industria nacional, ni es una película adecuada para usar como emblema de calidad, pero sí vale la pena darle una oportunidad en caso de que el cine de terror sea lo tuyo, no sin olvidar que es una película no apta para todo público, por los temas de violencia y sexo explícito. No pretendo mentir cuando indico la incomodidad que simbolizó terminarla, sobre todo por la sensación de incomodidad que me transmitió.

La atmósfera de la película es ambigua a propósito. Por momentos más que vagabundos, Fauna y Lucio parecen sobrevivientes del apocalipsis y la película no se encarga de aclarar que ocurre en el exterior, por lo que es difícil saber lo que ocurre con la narrativa. La escena final en donde todo da un giro de tuerca nos lleva a replantearnos lo que acabamos de ver, fortaleciendo la idea de lo escatológico frente a lo verdadero. Rocha contempla de inicio a fin un mensaje social sobre el abandono, vulnerabilidad y lo cercano que estamos de la depravación, tal vez más cercano de lo que lo preferimos.

 

 

 

Fernando Aldahir Castillo López

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