Temerosa borrasca cumbre sobre mis alas,
Aludiendo a seres sin penas y dioses malditos.
Flores enemigas cunden sobre mis alas.
Atravesando soles brillantes y cadáveres humeantes,
Sobre mi estirpe de nevadas ventiscas.
Camino levitando cual Aquiles con sus pies ligeros,
Testigo del averno, pulmones rotos; pueblo de demonios.
Alma libertina sumida en brebajes de guerreros.
Alimentando remordimientos, de mi pluma un cuervo.
El diablo que de nuestros hilos tira para movernos,
Entre cosmos y trozos, reflexiones en el acervo, espero.
¡Malditas arpías, apiaden, pues me hallo cansado muy abrumado!
¡Vuela lejos, hórrido cuervo brumoso!
¡Oh Atenea, espera!
Me hallo bajando: humillado, reducido, afanado.
¡Oh Zeus, espera!
Que voy subiendo: indeciso, olvidado, humillado.
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