En el Altiplano Central de México entre Puebla y Tlaxcala, la Malintzi alberga alrededor de 90 pueblos de origen náhuatl y otomí. Comunidades indígenas sobrevivientes de un pasado sangriento persisten entre Puebla y Tlaxcala en silencio. Por temor a la discriminación de sus raíces pasan inadvertidos por las grandes urbes, dejando de lado sus costumbres y su lengua.
Algunas comunidades optan por aislarse para preservar su identidad, otras se adaptan y mezclan sus tradiciones con la modernidad. Alguna vez te has preguntado: ¿cómo viven los pueblos indígenas en la actualidad? Ernesto Licona, Fátima Zuñiga, Esther Soni e Ivett Pérez nos presentan el habitar de un pueblo indígena náhuatl en Puebla capital: San Miguel Canoa.
Entre los poblanos existe una mala imagen incomprendida de los canoenses. Se les señala de salvajes, ignorantes y fanáticos religiosos, los mismos pobladores afirman que para conseguir trabajo en la ciudad en ocasiones deben ocultar que son de Canoa. La falta de infraestructura, educación y el arraigo espiritual del pueblo es resultado de un proceso histórico, ignorado por muchos al momento de juzgar a San Miguel Canoa.
Por ejemplo: En 2016, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social señalo a Canoa como uno de los pueblos con más índices de analfabetismo y pobreza ¿Por qué? En la década de los 90’s y principios de los 2000 la educación mexicana impregnó en los jóvenes la visión aspiracional del sistema económico neoliberal. Los planes de estudios no se adecuaban al contexto sociocultural de San Miguel Canoa, por lo que los alumnos decidían desertar de las escuelas. Los que se amoldaron al sistema educativo tenían la necesidad de salir del pueblo y olvidar su lengua para desarrollarse como: abogados, doctores, profesores, militares, marinos, etc.
Sumado a esto, la falta de documentación legal impedía a las infancias poder inscribirse a las escuelas. Un factor importante, ignorado por muchos, es la estructura económica familiar. Desde la infancia los canoas trabajan y estudian, son pocas las familias que pueden dar una vida exclusivamente educativa a la juventud. Al llegar a los 14 o 15 años, jóvenes deciden abandonar la escuela porque trabajar y estudiar hasta terminar una carrera era un calvario.
La poca infraestructura urbana, se debe a lagunas jurídicas que datan de los años 30. El entonces presidente Lázaro Cárdenas, declara la Malintzi como zona de interés público y ordena la construcción del Parque Nacional Malinche Matlalcuéyatl. Eso implicaba expropiar los ejidales que indígenas y mestizos lucharon por obtener en la Revolución dos décadas antes. Hasta la fecha, el gobierno reconoce la zona como reserva natural protegida, por lo cual, las exigencias de servicios urbanos de la comunidad son rechazadas. Se les niega la urbanización, pero a su alrededor parques industriales acaban con sus cosechas y crías animales.
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Juanito Ramírez
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