Plumas Universitarias🪶 Amor mortuorio 🤓Poema escrito por Rubén Robles Conde, estudiante de la FFyL.

 

Quizás dentro de este amor muerto, encuentres:

¡Oh, bella dama de figura imponente!

Cadáveres de ayer. Grisáceos a una suerte

de sonrisas y llantos fluorescentes;

Una pequeña mueca flagelada por el arrepentimiento.

 

Dime, ¡Oh, pues, mi dama floral! 

Que con la brisa cálida mueve su tierna voz, 

¿Cuántos pétalos de trébol he de degollar

con tal de que tú mirar se fije en estos ojos de café candor? 

-Como si de un minúsculo interés se tratase.

 

¿Cómo he de tratar a aquel ángel que pasa marchante 

cómo un soldado fúnebre que a mi pecho arranca las ganas de ser tuyo?

Si de mi propia piel no soy más que un peón impotente,

que avanza rítmicamente prófugo de su propio orgullo, 

con tal de que tú voz de dulce amaranto, suspiré un ligero: “Hola”.

 

Dime, si el roce de yema gastado por la ausencia podría llenar mi alma,

y así gracias a su perfume y a tú tacto abotonado,

contemple de febriles criaturas la fauna.

Quizá chirridos consonánticos sobre mi carne terminen arañando

lo que el candor de tus pétalos labró sobre mi.

 

Si la danza valsistica de nuestros labios fue más bien onírica, 

aún la siento entre señales neurales e hipotalámicas

Aunque el aroma etílico borre de mi, el sabor de tu boca, 

como polen guiado por un metrónomo, que grabó en mis sinapsis botánicas. 

Tanto que hoy repito cuál péndulo infinito al viento su patrón, su movimiento. 

 

Y es así como aquellos lirios morados, casi negros, se arropan en esa muerte tan discreta,

que aunque tan breve como humilde,

traspasó más allá de mi dermis y de tu mirada de ensoñación, 

que en mi incendio teológico seguiré a donde me comande.

Si acaso jurase una lejana promesa,

de que en esos labios tajantes los míos tuvieran un lugar.

 

He de admitir, ¡oh, señora floral! -Frente a usted,

que he visitado la taquilla morfémica a sus sueños más de una vez,

pero a cada tick del reloj, el único instante eterno es la estación de mi desfallecer.

Mientras, un tren que nunca llega, me hace pensar: “Quizás la próxima vez”. 

 

 

El olor de campos florece, penetra en mi nariz, anunciando el destino lejano de aquellas vías. 

A veces imagino la palma de tus pétalos amarillos,

que se desvanecen entre mis dedos junto a un tenue viento,

que se lleva aquel aroma embriagante. Un profundo dolor quisiera guardar en mis bolsillos;

Más en mi corazón, en mis arterias, en mis venas.

Resonando en mi cuerpo cuál concierto, y aun así, yo sé que es apenas un simple deseo.

 

¡Ay, mi querida dama cempasúchil!, rozar tus tibias hojas quisiera,

que tú canto de brisa polinizante tomase mis sentidos, 

que tus raíces sujetarán mis pies y tú cáliz me diga que en realidad no soy un cualquiera,

que tú pedúnculo encarne en mi pecho, para sincronizar nuestros latidos,

como un injerto simbiótico que crece junto a un cariño, a un amor. 

 

Me despido, elegante flor imponente del campo.

Aunque tal vez sea demasiado tarde para verte deslumbrar en el atardecer,

mis ojos hoy se clavan en el punto más alto.

Porque confío que algún día, será allí donde has de aparecer,

mientras yo, en los senderos rocosos, aún percibiré el ligero perfume de tu ser.

 

 

Rubén Robles Conde

logo

TEMAS RELACIONADOS


PortadaNoticiasTVEn Vivo