Bajo las escaleras me detengo a escuchar el fluir del agua, algunas veces con materia que me imagino viene de algún inquilino, aunque si me concentro puedo escuchar la risa de Diana. Es interesante porque algunas veces el abuelo me contaba sobre ella y el enorme respeto que le tienen.
La señora Diana viene de otro mundo, pues siempre hay un motor en su puerta lleno de besos y fuego, ¿será que el camión de helados prefiere a los que le compran más de cinco paletas o será que mis centavos le parecen insignificantes? Igual la próxima vez que logre verle le voy a reclamar, pero la verdad hay días en los que dudo si saldré de aquí. Quizá te preguntes de dónde, estimada rana, bueno sé que no te interesa demasiado, pero de un lúgubre rincón, donde madre siempre me deja. Ella me dice con voz firme: no salgas de aquí porque no me gusta que me vean contigo y Diana va a pensar mal de mí.
La verdad es que yo pienso que no estoy tan feo, porque cada vez que voy las tortillas la niña del carnicero me dice adiós, aunque tal vez madre esté en lo correcto, si la señora Diana me ve no va a querer darle más ropa para lavar y no quiero que llore, como cuando no tenemos que comer.
El otro día que vino la señora Diana, le trajo un bolso a mi madre y le dijo que era de Francia, madre se emocionó tanto que hasta sentí que nos dejaba. ¿será que París esté tan lejos? Me gustaría ir alguna vez, me imagino yendo en un barco de papel con muchos botes de helado, me llevaría a Federico el del pan y a Gustavo el hijo del barrendero, yo sé que a ellos también les gustaría ir, nos la pasaríamos cantando y viendo las nubes.
Hace rato la señora Diana le dijo a madre que iba a traer una jaula para una rata, pero yo no me imagino de qué tamaño será ese animal o porque una jaula. Madre se puso a llorar, pero yo no lo comprendo, nosotros solo tenemos un par de cucarachas debajo del refrigerador.
Hace rato alguien quiso abrir mi puerta, pero como yo soy muy obediente no respire mucho, entonces me puse a imaginar lo suave que sería dormir en la cama de la señora Diana. El abuelo me decía que es de buen tamaño, no sé cómo sabe eso, pero no creo que mienta.
Desde hace rato que veo a la señora Diana, está parada en la puerta, y madre me espantó cuando le llamo hermana.
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