Â
JosĂ© Emilio Pacheco se referĂa a la poesĂa como una actividad cultivada por una minorĂa. Y no le falta razĂłn. Los libros de poesĂa abandonan con una lentitud pasmosa los estantes. Esperan pacientes la llegada del lector al cual están destinados. Pocos son los que se aventuran en esos textos en donde los sentimientos, y no la, razĂłn, parecieran campear. Nada, sin embargo, más engañoso. Detrás de los versos hay un trabajo en el cual se conjugan las experiencias vitales, los sentimientos, el contradictorio aprendizaje de la vida misma y un trabajo de artesano con el lenguaje.
Luis Cardoza y AragĂłn se refiriĂł a la poesĂa como “la prueba concreta de la existencia del hombre”; JosĂ© Emilio Pacheco se refiriĂł a ella como “una visible variedad de la neurosis, precio que algunos hombres pagan por no saber vivir”; MarĂa Zambrano se refiere a la escisiĂłn que el hombre enfrenta, desde tiempo atrás, entre el pensamiento y la poesĂa; vale decir entre el filĂłsofo y el poeta. Ella nos recuerda que al hombre no se le encuentra en su totalidad en la filosofĂa, allĂ es un querer ser, una posibilidad. Lo que no ocurre en ese milagro de las palabras que llamamos poesĂa. Afirma: “En la poesĂa encontramos directamente al hombre concreto, individual. […] La poesĂa —añade—, es encuentro, don, hallazgo por gracia.
Octavio Paz, en aquel libro maravilloso que es El arco y la lira, nos dice lo que es la poesĂa en una mirĂada de frases a cual más brillantes y contradictorias. SĂłlo recordarĂ© unas de las lĂneas iniciales pero que, seguramente, se han anidado en la memoria de quienes han leĂdo ese libro: “La poesĂa es conocimiento, salvaciĂłn, poder, abandono. OperaciĂłn capaz de cambiar el mundo, la actividad poĂ©tica es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un mĂ©todo de liberaciĂłn interior. La poesĂa revela este mundo; crea otro.” Es —finaliza el párrafo inicial—, “¡prueba hermosa de la superflua grandeza de toda obra humana!” Los enunciados parecen contradecirse, sobre todo cuando habla de la “superflua grandeza de toda obra humana”; como si todo cuanto hiciese el hombre, en tanto representante del gĂ©nero humano, estuviese destinado a ser superfluo, redundante, nimio. Y sin embargo…
Y ahĂ me detengo. Aventurarme por las páginas de Orfeo en el jardĂn, de VĂctor Toledo, suscitaron estas evocaciones. Pero antes, antes de continuar, una paráfrasis: Jaime Sabines, en su poema “La luna” escribe: “La luna se puede tomar a cucharadas”. Algo similar podrĂa decirse de la obra de VĂctor Toledo. No es necesario apurar su libro de poemas en una sola sentada. Es un libro engañoso. En su pequeñez hay una enorme profundidad de pensamiento, de imágenes poĂ©ticas que trastocan nuestro conocimiento del mito de Orfeo y EurĂdice y le dan otra dimensiĂłn, la revolucionan, si por revolucionar entendemos un cambio radical. Por ello es recomendable leerlo a sorbos. Leer un poema en silencio, volver a leerlo pero en voz alta para que su musicalidad se manifieste. Entonces hacerlo nuestro, por lo que se dice y por la manera en cĂłmo lo dice.
Como se sabe Orfeo y EurĂdice pertenecen a la mitologĂa griega. Orfeo es hijo de Apolo y CalĂope; es un semidios que se caracteriza por su talento musical, que no es decir poco. Lo podemos imaginar pulsando con sus dedos las cuerdas de su lira de siete cuerdas e invadiendo la nada, el espacio vacĂo, con esos sonidos que son capaces de desconcertarnos y, al tiempo enamorarnos. Algo en nuestro interior suele ponerse en armonĂa cuando la mĂşsica nos conmueve.Â
EurĂdice es una ninfa, una deidad que habita en la naturaleza, entre rĂos, manantiales, bosques, selvas. Se conocen, enamoran (la mĂşsica y la poesĂa hacen esos milagros) y casan. Pero la dicha, como la fortuna, es inconstante. Una serpiente muerde a EurĂdice en el talĂłn y deposita la semilla de la muerte. Orfeo pierde por vez primera a su amada quien va al reino de Hades. En la siguiente escena, si la imaginamos de esta manera, Orfeo desciende al inframundo en busca de ella. Convence a Hades, quien allĂ reina, para que le devuelva a EurĂdice. Hades condiciona la salida. Ella le seguirá, pero Orfeo debe confiar en que asĂ es. La tragedia sucede cuando, a punto de salir del inframundo guiados por Hermes, y antes de que la luz bañe a EurĂdice, Orfeo vuelve el rostro para tener la certeza de que ella le sigue. Se consuma asĂ la tragedia. EurĂdice vuelve al reino de Hades y Orfeo la pierde por segunda vez. Estos en las versiones de Ovidio y de Virgilio
Una lectura superficial del mito de Orfeo y EurĂdice apunta a que el amor trasciende las fronteras de la muerte. Es el amor eterno. Otra lectura nos refiere el drama como una metáfora de la pĂ©rdida y el duelo y de la imposibilidad de recuperar lo que se ha perdido. He ahĂ lo que parece el fin de la historia y la persistencia del mito.
Contra ello el poeta VĂctor Toledo se rebela y nos revela otra posibilidad. La historia puede contarse de otra manera. El mito no es definitivo. SĂ© que el poeta —y es el momento más esperado— debe leer algunos de sus versos para que la presentaciĂłn de su libro sea completa; pero no me resisto a citar algunos de ellos. En el inicial, “De Orfeo a EurĂdice”, el mĂşsico le dice a su amada:
Â
Si escuchas lo que dicen los romanos de lengua viperina
Que no pude susbstraerte del hades a la Luz
No hagas caso
Son poetas menores a mi comparaciĂłn.
El tal Ovidio (ofidio)
Y Virgilio (que de virgen nada tiene)
Trabajaban para el Sistema
Para su emperador, y asĂ les fue
Ellos sĂ fueron a dar al inframundo.
Â
Para, versos más adelante definirse a sà mismo:
Â
 Yo soy el poeta de poetas
El que cura con luz, ese es mi nombre
Triunfé sobre la muerte
Mi poesĂa es la magia más completa
La más cĂclica y más alta
Mueve los rĂos, los astros y las estaciones
Y el amor de nosotros
Â
El triunfo sobre la muerte, la recuperaciĂłn de EurĂdice hace que Orfeo, el poeta, nos lleve por los diferentes senderos de su jardĂn, senderos construidos con palabras que los mismo evocan el sueño, el verano, el estĂo, el paraĂso, que tambiĂ©n se encuentra (paradĂłjicamente) en el Hades, en el que vive:
Â
Vivo en el paraĂso
He llegado a descifrarlo
Tengo esa misiĂłn
Desde las palabras
Hasta las formas que toman
En la naturaleza
Y desde Ă©sta volviĂ©ndoseÂ
Palabras
Otros seres
[…]
Vivo en el paraĂso
Habito el vuelo del Ser
He llegado a unir a todos
Sus lenguajes
Todas las lenguas
Del misterio
Del amor.
La sinfonĂa del universo
Â
En otro de los poemas, “El canto de Orfeo”, el poeta afirma:
Â
La razĂłn separada del alma
Se volverá a encontrar con ella
Después de siglos
Orfeo y EurĂdice se volverán a unir
A reunir en la luz
[…]
Regresar del viaje al inframundo
Del oscuro Hades
Cerrará el abismo existencial
El ego racional abrirá un Yo profundo
Más allá del super yo
Un nuevo Ser
Donde con gran modestia y agradecimiento nuestros
La gran conciencia divina
Nos iluminará desde las aguas profundas
Del inconsciente-consciente
Â
No ignoro que leer fragmentos de los poemas puede generar incertidumbre o desconcierto. La tesela del mosaico que es el poema sĂłlo tiene sentido cuando se le mira de conjunto. No obstante, lo que anima a este lector es el deseo de compartir lo que una subjetividad puede decir de las palabras anidadas en las páginas del libro. Las imágenes, unas veces indignadas, otras irĂłnicas, amorosas o esperanzadas, que se despiertan en el milagro de la lectura, en la recreaciĂłn-reelaboraciĂłn del mito.Â
En otro lugar, VĂctor Toledo ha escrito:Â
Â
El rescate del EurĂdice del inframundo por parte del dios de la mĂşsica y de la poesĂa, es el triunfo de la vida sobre la muerte, la conmociĂłn de las leyes de la naturaleza (divinas), significaciĂłn profunda del poema y de sus estructuras mitolĂłgicas y circulares que cumple con la funciĂłn de romper con el tiempo y rescatar la Memoria (Mnemosine) del Leteo. (Ese rĂo que conduce al Hades y que es el olvido.)
Â
Lo que el libro de VĂctor Toledo nos ofrece es un paseo por un jardĂn milagroso en donde magia, mito y poesĂa conviven armoniosamente en un renacer del uni-verso. Orfeo en el jardĂn tiene un libro hermano digital: El que cura con la luz, entre-vistas de poĂ©tica. Libro editado por la Facultad de FilosofĂa y Letras de la BenemĂ©rita Universidad AutĂłnoma de Puebla. Lo que aquĂ nos revela en verso, allá lo amplĂa en prosa. Nos cuenta, de alguna manera, cĂłmo se fue gestando la obra. Los rĂos profundos de donde se nutre.
Sigo a VĂctor Toledo desde hace varios años y siempre me ha deslumbrado. Desde El águila en las venas. Neruda en MĂ©xico, MĂ©xico en Neruda (de 1994), pasando por Abla o nada, de 2002), tambiĂ©n por ese libro colectivo que es El retorno Ăłrfico, aportaciones al análisis mĂ©trico musical (de 2008); Permutaciones (de 2015), a Sonido de gardenias (de 2023). Con Orfeo en el jardĂn VĂctor Toledo se recrea a sĂ mismo: el suyo es un jardĂn de palabras en el que el ser y las cosas cobran un nuevo sentido. VĂctor Toledo, con este libro, ha lanzado una botella al mar, y estoy seguro de que no pocos de los aquĂ presentes son sus destinatarios.Â
Â
Â
Â
José Carlos Blázquez Espinosa
TEMAS RELACIONADOS