Te recomiendo un libro  🍂 Orfeo en el jardín, hablar de poesía ✒️Yo soy el poeta de poetas. El que cura con luz, ese es mi nombre. Triunfé sobre la muerte. Mi poesía es la magia más completa, la más cíclica y más alta, mueve los ríos, los astros y las estaciones. Y el amor de nosotros...

 

José Emilio Pacheco se refería a la poesía como una actividad cultivada por una minoría. Y no le falta razón. Los libros de poesía abandonan con una lentitud pasmosa los estantes. Esperan pacientes la llegada del lector al cual están destinados. Pocos son los que se aventuran en esos textos en donde los sentimientos, y no la, razón, parecieran campear. Nada, sin embargo, más engañoso. Detrás de los versos hay un trabajo en el cual se conjugan las experiencias vitales, los sentimientos, el contradictorio aprendizaje de la vida misma y un trabajo de artesano con el lenguaje.

Luis Cardoza y Aragón se refirió a la poesía como “la prueba concreta de la existencia del hombre”; José Emilio Pacheco se refirió a ella como “una visible variedad de la neurosis, precio que algunos hombres pagan por no saber vivir”; María Zambrano se refiere a la escisión que el hombre enfrenta, desde tiempo atrás, entre el pensamiento y la poesía; vale decir entre el filósofo y el poeta. Ella nos recuerda que al hombre no se le encuentra en su totalidad en la filosofía, allí es un querer ser, una posibilidad. Lo que no ocurre en ese milagro de las palabras que llamamos poesía. Afirma: “En la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. […] La poesía —añade—, es encuentro, don, hallazgo por gracia.

Octavio Paz, en aquel libro maravilloso que es El arco y la lira, nos dice lo que es la poesía en una miríada de frases a cual más brillantes y contradictorias. Sólo recordaré unas de las líneas iniciales pero que, seguramente, se han anidado en la memoria de quienes han leído ese libro: “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar el mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro.” Es —finaliza el párrafo inicial—, “¡prueba hermosa de la superflua grandeza de toda obra humana!” Los enunciados parecen contradecirse, sobre todo cuando habla de la “superflua grandeza de toda obra humana”; como si todo cuanto hiciese el hombre, en tanto representante del género humano, estuviese destinado a ser superfluo, redundante, nimio. Y sin embargo…

Y ahí me detengo. Aventurarme por las páginas de Orfeo en el jardín, de Víctor Toledo, suscitaron estas evocaciones. Pero antes, antes de continuar, una paráfrasis: Jaime Sabines, en su poema “La luna” escribe: “La luna se puede tomar a cucharadas”. Algo similar podría decirse de la obra de Víctor Toledo. No es necesario apurar su libro de poemas en una sola sentada. Es un libro engañoso. En su pequeñez hay una enorme profundidad de pensamiento, de imágenes poéticas que trastocan nuestro conocimiento del mito de Orfeo y Eurídice y le dan otra dimensión, la revolucionan, si por revolucionar entendemos un cambio radical. Por ello es recomendable leerlo a sorbos. Leer un poema en silencio, volver a leerlo pero en voz alta para que su musicalidad se manifieste. Entonces hacerlo nuestro, por lo que se dice y por la manera en cómo lo dice.

Como se sabe Orfeo y Eurídice pertenecen a la mitología griega. Orfeo es hijo de Apolo y Calíope; es un semidios que se caracteriza por su talento musical, que no es decir poco. Lo podemos imaginar pulsando con sus dedos las cuerdas de su lira de siete cuerdas e invadiendo la nada, el espacio vacío, con esos sonidos que son capaces de desconcertarnos y, al tiempo enamorarnos. Algo en nuestro interior suele ponerse en armonía cuando la música nos conmueve. 

Eurídice es una ninfa, una deidad que habita en la naturaleza, entre ríos, manantiales, bosques, selvas. Se conocen, enamoran (la música y la poesía hacen esos milagros) y casan. Pero la dicha, como la fortuna, es inconstante. Una serpiente muerde a Eurídice en el talón y deposita la semilla de la muerte. Orfeo pierde por vez primera a su amada quien va al reino de Hades. En la siguiente escena, si la imaginamos de esta manera, Orfeo desciende al inframundo en busca de ella. Convence a Hades, quien allí reina, para que le devuelva a Eurídice. Hades condiciona la salida. Ella le seguirá, pero Orfeo debe confiar en que así es. La tragedia sucede cuando, a punto de salir del inframundo guiados por Hermes, y antes de que la luz bañe a Eurídice, Orfeo vuelve el rostro para tener la certeza de que ella le sigue. Se consuma así la tragedia. Eurídice vuelve al reino de Hades y Orfeo la pierde por segunda vez. Estos en las versiones de Ovidio y de Virgilio

Una lectura superficial del mito de Orfeo y Eurídice apunta a que el amor trasciende las fronteras de la muerte. Es el amor eterno. Otra lectura nos refiere el drama como una metáfora de la pérdida y el duelo y de la imposibilidad de recuperar lo que se ha perdido. He ahí lo que parece el fin de la historia y la persistencia del mito.

Contra ello el poeta Víctor Toledo se rebela y nos revela otra posibilidad. La historia puede contarse de otra manera. El mito no es definitivo. Sé que el poeta —y es el momento más esperado— debe leer algunos de sus versos para que la presentación de su libro sea completa; pero no me resisto a citar algunos de ellos. En el inicial, “De Orfeo a Eurídice”, el músico le dice a su amada:

 

Si escuchas lo que dicen los romanos de lengua viperina

Que no pude susbstraerte del hades a la Luz

No hagas caso

Son poetas menores a mi comparaciĂłn.

El tal Ovidio (ofidio)

Y Virgilio (que de virgen nada tiene)

Trabajaban para el Sistema

Para su emperador, y asĂ­ les fue

Ellos sĂ­ fueron a dar al inframundo.

 

Para, versos más adelante definirse a sí mismo:

 

 Yo soy el poeta de poetas

El que cura con luz, ese es mi nombre

Triunfé sobre la muerte

Mi poesía es la magia más completa

La más cíclica y más alta

Mueve los rĂ­os, los astros y las estaciones

Y el amor de nosotros

 

El triunfo sobre la muerte, la recuperación de Eurídice hace que Orfeo, el poeta, nos lleve por los diferentes senderos de su jardín, senderos construidos con palabras que los mismo evocan el sueño, el verano, el estío, el paraíso, que también se encuentra (paradójicamente) en el Hades, en el que vive:

 

Vivo en el paraĂ­so

He llegado a descifrarlo

Tengo esa misiĂłn

Desde las palabras

Hasta las formas que toman

En la naturaleza

Y desde ésta volviéndose 

Palabras

Otros seres

[…]

Vivo en el paraĂ­so

Habito el vuelo del Ser

He llegado a unir a todos

Sus lenguajes

Todas las lenguas

Del misterio

Del amor.

La sinfonĂ­a del universo

 

En otro de los poemas, “El canto de Orfeo”, el poeta afirma:

 

La razĂłn separada del alma

Se volverá a encontrar con ella

Después de siglos

Orfeo y Eurídice se volverán a unir

A reunir en la luz

[…]

Regresar del viaje al inframundo

Del oscuro Hades

Cerrará el abismo existencial

El ego racional abrirá un Yo profundo

Más allá del super yo

Un nuevo Ser

Donde con gran modestia y agradecimiento nuestros

La gran conciencia divina

Nos iluminará desde las aguas profundas

Del inconsciente-consciente

 

No ignoro que leer fragmentos de los poemas puede generar incertidumbre o desconcierto. La tesela del mosaico que es el poema sólo tiene sentido cuando se le mira de conjunto. No obstante, lo que anima a este lector es el deseo de compartir lo que una subjetividad puede decir de las palabras anidadas en las páginas del libro. Las imágenes, unas veces indignadas, otras irónicas, amorosas o esperanzadas, que se despiertan en el milagro de la lectura, en la recreación-reelaboración del mito. 

En otro lugar, Víctor Toledo ha escrito: 

 

El rescate del EurĂ­dice del inframundo por parte del dios de la mĂşsica y de la poesĂ­a, es el triunfo de la vida sobre la muerte, la conmociĂłn de las leyes de la naturaleza (divinas), significaciĂłn profunda del poema y de sus estructuras mitolĂłgicas y circulares que cumple con la funciĂłn de romper con el tiempo y rescatar la Memoria (Mnemosine) del Leteo. (Ese rĂ­o que conduce al Hades y que es el olvido.)

 

Lo que el libro de Víctor Toledo nos ofrece es un paseo por un jardín milagroso en donde magia, mito y poesía conviven armoniosamente en un renacer del uni-verso. Orfeo en el jardín tiene un libro hermano digital: El que cura con la luz, entre-vistas de poética. Libro editado por la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Lo que aquí nos revela en verso, allá lo amplía en prosa. Nos cuenta, de alguna manera, cómo se fue gestando la obra. Los ríos profundos de donde se nutre.

Sigo a Víctor Toledo desde hace varios años y siempre me ha deslumbrado. Desde El águila en las venas. Neruda en México, México en Neruda (de 1994), pasando por Abla o nada, de 2002), también por ese libro colectivo que es El retorno órfico, aportaciones al análisis métrico musical (de 2008); Permutaciones (de 2015), a Sonido de gardenias (de 2023). Con Orfeo en el jardín Víctor Toledo se recrea a sí mismo: el suyo es un jardín de palabras en el que el ser y las cosas cobran un nuevo sentido. Víctor Toledo, con este libro, ha lanzado una botella al mar, y estoy seguro de que no pocos de los aquí presentes son sus destinatarios. 

 

 

 

José Carlos Blázquez Espinosa

logo

TEMAS RELACIONADOS


PortadaNoticiasTVEn Vivo