Esta semana me he sentido muy disociado. He olvidado cosas por todas partes. Mientras camino he tropezado sin querer, con un montón de personas, muros y semáforos. Platicando he olvidado el hilo de la conversación. La cafeína ya no me quita el sueño y el insomnio no me deja de zumbar en las orejas por las noches. 

Desesperado acudí al médico para entender mi condición. Síndrome de burnout o síndrome del trabajador quemado fue la conclusión de mi doctora. Mi curiosidad sobre el tema me llevó a internet donde descubrí lo siguiente. En 2023 el Instituto Mexicano del Seguro Social señaló a México como uno de los países con mayor fatiga por estrés laboral (UNAM Global, 2023). El estrés laboral en nuestro país se ha solucionado con la ley del mínimo esfuerzo: “Hacen como que me pagan y hago como que trabajo”. 

Puede que a muchas personas les funcione esta alternativa, sin embargo para mí no es una opción viable. El estrés es una respuesta natural de nuestro organismo  como estornudar, salivar o toser. Vivir evitando el estrés sería tan absurdo como vivir evitando eructar o bostezar. Para mí es necesario entender cómo funciona el estrés para lidiar con él.

Navegando en las turbias aguas de algoritmos y motores de búsqueda encontré cursos muy costosos sobre eliminación del estrés, así como fármacos milagrosos para erradicarlo. Mi capacidad económica me obligó a buscar alternativas más saludables a mi bolsillo. Así que pensé: “si la definición del estrés dice que, éste es la respuesta de un organismo ante un estímulo (ISSSTE, 2020), plantas y animales al ser organismos también lidian con el estrés. 

Siguiendo mi intuición me encontré en internet que el estrés es un bioestimulante para mejorar la producción de cultivos de manera sostenible.  Angole Tierrablanca y Guevara González desmienten la idea de: “más es mejor” con respecto al uso de agroquímicos y fertilizantes en el cultivo.  Inspirado en el pensamiento científico estoico, busqué en el comportamiento de la naturaleza principios aplicables a mi vida cotidiana con el artículo de Angole y Guevara para entender el estrés.

Así como a las plantas les es dañino el excedente de químicos y fertilizantes para optimizar la producción de frutos. En el ser humano es dañino el exceso de suplementos alimenticios y multivitamínicos para optimizar su actividad productora. Las consecuencias del exceso en plantas son: plagas y patógenos. En el ser humano enfermedades e intoxicaciones.

Tanto plantas como humanos tenemos una capacidad biológica llamada homeostasis. Esta capacidad consiste en mantener un equilibrio interno ante cambios del entorno externo (CUN, 2025). Al estresarnos, por naturaleza plantas y humanos tenemos la capacidad de encontrar un equilibrio interno ante tal alteración.               

 Las plantas aprenden a adaptarse a situaciones estresantes modulando sus mecanismos fisiológicos para asegurar su supervivencia. ¿Qué estresantes en común tenemos plantas y seres humanos?  Ambos nos estresamos con la radiación ultravioleta al exponernos al sol. Aunque las plantas  no tienen oídos, ellas pueden responder a vibraciones sonoras. Por lo que el ruido puede causarles estrés como a los seres humanos. 

Bruscos cambios de temperatura nos estresan a ambos. En las plantas, el cambio de temperatura altera su proceso de fotosíntesis. En seres humanos los cambios de temperatura modifican procesos cognitivos, afectivos y de comportamiento. En altas temperaturas, nuestro cuerpo puede aumentar sus niveles de adrenalina. El calor excesivo puede causar irritabilidad y agresividad. El frio extremo nos puede llevar a la depresión  (García & López, 2024)

La lista de fenómenos paralelos que estresan a plantas y humanos es muy grande si tomamos en cuenta la falta o exceso de minerales y nutrientes en los dos organismos. Como la falta de magnesio, en plantas y humanos. La falta de este mineral reduce la fotosíntesis (Cakmak 2002) y nos produce fatiga crónica (Zhou et al., 2020). El exceso de Zinc en plantas puede inhibir la absorción de hierro (Liu et al., 2022) y en humanos puede generar trastornos neurodegenerativos como Párkinson y Alzhéimer (Rubio et al., 2007).  

De acuerdo con las investigaciones de Angole y Guevara se puede estresar a una planta de manera positiva para fortalecer su crecimiento aprendiendo a dosificar el estrés.  Para estresar de manera adecuada tanto a una planta como a un ser humano se debe identificar sus estresantes. Por lo general, cuando pensamos en el estrés humano nos concentramos en los factores biológicos del estrés. Sin embargo, la interacción con otros seres vivos no es el único factor. Existen factores químicos y físicos abióticos como la luz, el sonido, la temperatura o la absorción de nutrientes que pasamos desapercibidos hasta que cultivamos o estudiamos plantas.

Identificados los factores estresantes de la vida humana y vegetal se puede crear eustrés o estrés beneficioso por medio de la hormesis. Es decir la exposición controlada a dosis de estrés. Exponernos a dosis mínimas de estrés no genera cambios significativos en los organismos. Sólo en el aumento progresivo del estrés podemos ver transformaciones importantes. Cuando se aumentan las dosis de estrés en plantas se encuentran zonas de bioestimulación donde podemos encontrar mejoras como raíces más profundas y eficientes al absorber agua y nutrientes. Aumentos en la tasa fotosintética, acumulación de prolina en hojas y la elevación de enzimas son algunos otros beneficios de la hormesis. 

Al descubrir la hormesis gracias a Angole y Guevara se me ocurrió buscar la hormesis paralela en seres humanos. Descubrí que nosotros aplicamos la hormesis bajo el dicho: “lo que no mata te hace más fuerte” como el ejercicio intenso intermitente, la crioterapia, los saunas, el ayuno intermitente y actividades tan simples como salir a caminar bajo el sol de vez en cuando. 

En la revista Elementos descubrí que la hormesis en plantas se está estudiando como una alternativa en la producción agrícola frente al cambio climático. Dosificar el estrés en plantas ayuda a los cultivos a soportar climas hostiles. Para sobrevivir a condiciones adversas las plantas no buscan eliminar el estrés sino controlarlo y beneficiarse de él. Lo mismo deberíamos hacer los seres humanos.

Exponernos de manera gradual a conflictos interpersonales o fracasos puede fortalecer nuestra capacidad para sobrevivir en ambientes hostiles como el trabajo. Aprender habilidades nuevas y complejas, hacer ejercicio, tomar terapias basadas en estrés controlado puede mejorar nuestra vida. Angole y Guevara advierten que los factores estresantes positivos de ciertas plantas no se aplican a todas las plantas. De igual forma, no todas las actividades de estrés controlado son aptas para todas las personas. 

Una de las dificultades de trabajar con estresantes en los procesos de cultivos es la posibilidad de intoxicación por exceso de estrés. El monitoreo constante de los cultivos es necesario para su optimo provecho. De igual forma les aconsejo monitorear su plan de actividades para lidiar con el estrés. Si lo que están haciendo no les permite desarrollar alguna habilidad o no expande su conocimiento. Y a la larga les genera más debilidad que fortaleza. Entonces, consideren reorganizar sus actividades.  

Las nuevas ideas pueden venir de todas partes, atrévete a conocer algo nuevo cada día.“¿Podemos producir lo mismo con menos?” de Jesús Antonio Angole Tierrablanca y Ramón Gerardo Guevara González  es una publicación de la revista Elementos. Una revista trimestral de ciencia y cultura, auspiciada por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla de libre consulta en línea. Descubre ideas innovadoras con la gran variedad de temáticas y voces de “Elementos”. Yo soy Juanito Ramírez y pronto nos volveremos a encontrar con nuevas curiosidades.   

Juanito Ramírez

Referencias 

UNAM Global. (2023, abril 30). México: Alarmantes cifras de estrés laboral. Recuperado de https://unamglobal.unam.mx/global_revista/mexico-alarmantes-cifras-de-estres-laboral/.

Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado. (2020, 22 de julio). El estrés y tu salud. Gobierno de México. https://www.gob.mx/issste/articulos/el-estres-y-tu-salud?idiom=es

Angole Tierrablanca, J. A., & Guevara González, R. G. (2025). ¿Podemos producir lo mismo con menos? Revista Elementos, 137, 117-121. Recuperado de https://elementos.buap.mx/directus/storage/uploads/00000010522.pdf

Clínica Universidad de Navarra. (s.f.). Homeostasis. Diccionario Médico. Recuperado el 21 de marzo de 2025, de https://www.cun.es/diccionario-medico/terminos/homeostasia

García, M., & López, J. (2024). Impact of sudden temperature changes on mental health. Revista de Psicología Ambiental, 45(2), 123-145. https://doi.org/10.1016/j.psicoenv.2024.01.050

Cakmak, I. (2002). Role of mineral nutrients in enhancing resistance to plant diseases and pests. In Z. Rengel (Ed.), Mineral nutrition of crops: Fundamental mechanisms and implications (pp. 35-48). International Potash Institute. Recuperado de https://www.ipipotash.org/uploads/udocs/3_Cakmak_Role_of_Mineral_Nutrients_p35-48.pdf.

Zhou, P., Yang, X.-L., Wang, X.-G., Hu, B., Zhang, L., Zhang, W., ... & Shi, Z.-L. (2020). A pneumonia outbreak associated with a new coronavirus of probable bat origin. Nature, 579(7798), 270-273. https://doi.org/10.1038/s41586-020-2012-7

Liu, Y., Zhang, X., Zhao, Y., Wang, Y., & Li, Y. (2022). The role of plant hormones in plant defense responses to viral infections. Frontiers in Plant Science, 13, 883970. https://doi.org/10.3389/fpls.2022.883970

Rubio, C., González Weller, D., Martín-Izquierdo, R. E., Revert, C., Rodríguez, I., & Hardisson, A. (2007). Evaluación de la ingesta de metales pesados y minerales en alimentos de Tenerife. Nutrición Hospitalaria, 22(1), 51-65. Recuperado de https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112007000100012